Será
que estoy loca y no pienso con claridad. Te amo, estoy
perdidamente enamorada de ti y no me importa que quieras a otra, sé que con mi
amor lograré borrarla de tu mente.
Marcos te
deseo demasiado, pienso en ti día y
noche, me excito de solo imaginarte cogiéndome,
haciéndome tuya, nunca he estado con nadie, y quiero que seas el
primero, seas el único. Deseo sentir tu
lengua por todo mi cuerpo, mientras estas dentro de mí. Hazme gemir; quiero
sentir tu pene taladrando mi vagina. Quiero que
me hagas correr, hazme tuya, deseo pronunciar tu nombre y sentir tu
aliento sobre mi piel. Necesito devorar
tu cuerpo. Muero por saborearte. Ansió
te corras en mi boca. No dejare ninguna parte de ti sin besar. Seré tu
esclava. Dame la oportunidad.
Recuerdo claramente la atrevida carta de amor
que le escribí a Marcos. Un compañero de curso en la universidad del cual
estaba perdidamente enamoraba. Deseaba tanto conquistarlo que se me ocurrió
escribir una porno declaración de amor. Mi objetivo era que la imagen de amiga
pura y casta que tenia de mi fuera reemplazada por la de una mujer decidida a realizar cualquier
fantasía que pasara por su mente. Al día siguiente de haber leído mi carta Marcos me invito a su casa. Quería pasar la tarde conmigo. Lo cierto era que aquel hombre solo quería
comprobar que tanto de lo que había escrito era capaz de hacer o dejarme hacer.
Estando en su casa me empezó a besar. Sus
manos entraron dentro de mi ropa, pude sentir como desabrochaba mi
sostén. Levanto mi camisa y empezó
acariciar, besar y chupar mis pezones de forma frenética. Cuanto gozo en ese momento no supe que hacer. Esas sensaciones eran nuevas para mí. El calor de su lengua y la forma en la que
presionaba mis senos me hacía estremecer. No
paso mucho hasta que comencé a
gemir. No quería pero era involuntario,
Al escucharme, se apresuró a quitar mis pantalones del camino, no sé cómo ni cuándo,
me despojo de ellos, solo recuerdo dejó mis pechos a un lado bajando de manera
lenta, pero firme hasta el interior de mi entrepierna tomando mi sexo en su
boca, succionando sin medidas. A partir
de ese instante perdí la razón, la conciencia, mi mente se elevó a otro lugar.
Continuaba con sus lengüetazos, chupaba mi clítoris sin parar y comenzó a
hincharse, estaba toda mojada, se levantó y con una estocada certera me robo mi
inocencia, entraba y salía, entraba y salía solo me quedaba jadear de placer. A
cada momento sus arremetidas eran más intensas. Apretaba mis senos con dureza.
Se inclinó hacia mí, metió un pezón en su boca y empezó a succionar, lamer,
mordisquear. Yo jadeaba, gemía, me revolcaba de placer. No podía detenerme. Mi boca estaba seca, se me
escapaba el aliento. Cuanto placer me proporcionaba en cada estocada. Seguía
entrando y saliendo. Lamia mis senos, primero uno luego el otro. Empecé a
gritar, estaba muerta de deseo. Lo apreté contra mí. Una ola de calor recorrió
mi cuerpo centrándose en mi centro de fuego, logrando un clímax
alucinante.
Así pasaron los días, mi amor por el crecía
cada vez más, tristemente ese no era su caso. Lo cierto era que ese atrevido hombre no perdía
la oportunidad para saciar sus deseos. Cualquier lugar era bueno, era excitante, debía ser
explorado. Yo como toda mujer
complaciente obedecía cada uno de sus caprichos. Una mañana en particular
mientras caminábamos por los pasillos de la facultad, el noto que había un salón
de ciencias vacío, y estaba abierto, me lanzo aquella mirada y tomándome por el
brazo, me hizo entrar. Rápidamente me
subió el vestido, a él le fascinaba que los usara, decía que eran prácticos y
sexy. Nos empezamos a besar el bajo su
cremallera y lo que prosiguió era sublime, el morbo y erotismo se hicieron
presentes. Escuchar su tono de vos grave
y a la vez nervioso ya que alguien podía encontrarnos, sus manos apretaban mi
cuerpo contra el suyo, el disfrutaba mucho de tocar mis glúteos, ya que son grandes
y firmes, le gustaban a tal punto que varias veces había tenido que esquivar
uno que otro intento de hacerse de él.
Cada día éramos más unidos. Lográbamos una gran compenetración. Sin embargo no vi
venir lo que una noche sucedió. Eran
poco más de las ocho, me disponía a lavar la vajilla de la cena y al
mismo tiempo esperaba ansiosa la llamada nocturna que siempre me hacía.
Llamada similar a las de las líneas calientes ya que los
temas eróticos, sexuales e ideas de nuevas aventuras era lo único que por lo
visto sabíamos hablar. Estaba en mí que hacer de repente suena mi celular, corrí a contestarlo. A pesar de mantener una relación con el de casi
cinco meses aún me sentía nerviosa cuando conversaba con aquel galán; pero la
alegría se tornó en tristeza, cuando conteste la llamada no escuche un hola o
como estas, nada absolutamente nada, solo escuchaba al fondo la voz de una
mujer diciendo, “dile” “habla” , un mal presentimiento presiono mi pecho,
seguido a ello Marcos dijo: no puedo seguir contigo, no te amo, lo siento ,
fuiste un gran apoyo pero es mejor dejarlo hasta aquí y colgó sin decir nada
más.
Esa noche fue todo un calvario para mí.
No pare de llorar. Sentía como mi autoestima de desmoronaba y la
sensación de rechazo y abandono aumentaba mi dolor. A los pocos días me entere
que Marcos se había casado con una treintona y lo peor era que mi relación con el hizo que ella deseara
regresar y decidieran casarse. Ya sabrán
que al enterarme de la noticia una vez más el mundo se vino abajo.
Con la
ayuda de mi gran amiga Kyra logré superar esa difícil situación. A pesar de
lo sufrido seguía creyendo en historias de amor eterno y cosas así.
Sumado a ello las hormonas me acosaban. Me había
acostumbrado a sesiones locas de sexo. Volviéndose muy pero muy necesario en mi
vida. Por lo tanto los sueños húmedos no
se hicieron esperar. Hubo uno en particular,
lo recuerdo muy bien. En el sueño me
encontraba en una tienda de ropa, lo extraño del sueño es que era una boutique
de ropa deportiva, ya que supuestamente yo era una jugadora de tenis. Compraba
faldas y unas bandas para el cabello. El vendedor era un hombre asumo de unos
cuarenta años muy guapo le pregunte por banditas de color rosado y dijo: están
en el depósito y me pidió que lo acompañara a buscarlas. Eso me pareció raro, pero accedí. Entramos al
depósito, que era bastante grande a tal punto de parecer un laberinto.
Caminamos por un largo pasillo, al final
del mismo pude ver que las bandas estaban en lo alto de las repisas. El vendedor busco una pequeña escalera y tomo
una caja llena de ellas para que pudiera elegir el tono adecuado. Mientras miraba cada una de las bandas note me
observaba de forma lujuriosa. Su mirada era penetrante. Le pregunte que sucedía y este se abalanzo sobre mí, besándome y tocándome,
mientras yo gritaba asustada y sumamente excitada. Metió sus manos
dentro de mi panti y empezó acariciar mi clítoris, sacaba la mano y se
lamia los dedos mientras me gritaba esto querías zorra. Recuerdo que me desperté toda mojada y sudando.
Que sueño más delicioso y extraño a la
vez
Culmine
mis estudios universitarios y empecé a trabajar en una empresa multinacional
portuaria como contadora. Mi primer día
fue estresante pero llevadero. Tenía un jefe exigente y perfeccionista. Me hacía escribir hasta tres veces el mismo
informe. El Sr Braxton era un hombre joven de treinta
años, de piel oscura, como decimos en mi país un hombre negro, tenía una
apariencia imponente que hacia recordar a los jugadores de fútbol americano. Su tono de voz era seductor y profundo y lo que
más llamaba la atención eran sus enormes manos muy bien cuidadas pero grandes
al fin que hacían que su Rolex pareciera una pulsera de juguete.
Cada día
mejoraba mi desempeño laboral. Había
adquirido varias técnicas para hacer mi labor más eficiente. Tenía compañeros agradables y una que otra bruja
por colega, nada que no pudiese manejar. Pronto logré llamar la atención del
jefe. Claro pensaba que era por la
calidad de mi trabajo. Lastimosamente
más adelante descubrí que no eran
exactamente mis dotes profesionales los que me hacían merecedora de tres ascensos en menos de un
año. Al cumplir los diez meses ya era la
supervisora de personal con un salario el triple de cuando inicie. Me convertí en la comidilla de las amargadas de
la oficina y la burla de mis colegas varones que no disimulaban cuando decían
que cualquiera con buenas nalgas y un buen par de tetas conseguía lo que fuera.
A pesar de todo trataba de ignorar todas
las tonterías que decían ya que Sr
Braxton jamás me había insinuado nada así que no me preocupe.
__Prepárate
salimos en treinta minutos nos reuniremos con los de YELLOX International, como
sabes estamos en negociaciones para lograr
fusionar ambas compañías__ dijo
el Sr Braxton. Fuimos en su auto
convertible, un hermoso Lamborghini cosa que me pareció inusual, ya que siempre
salíamos en su limosina con chofer. En la reunión todo transcurrió con
normalidad. La fusión se concretó, así
que el jefe estaba muy alegre. Al
terminar me invito a celebrar, la verdad no deseaba ir no quería dar armas a mis colegas contra mí. Como decirle al jefe que NO.
Me llevo al mejor restaurante de la ciudad.
Nos sentamos en una de las mesas
ubicadas frente al mar. La vista era
fantástica, dándole ese aire romántico al momento.
__ ¿Tienes
novio, pareja, alguien que acompañe tu vida?__ pregunto. Aunque su pregunta me
pareció fuera de lugar decidí contestar.
__ No
nadie, la verdad no tengo suerte para el amor o simplemente no ha llegado el
indicado__ le conteste.
__Me es
difícil creerte, eres muy hermosa y sexy. Espero no ofenderte__ dijo Mr. Braxton.
Aquellas
palabras hicieron que saliera de mí una pequeña carcajada, ya que para mí esas
palabras no eran nada nuevo, estaba acostumbrada a escuchar halagos de ese
tipo, habiendo llegado a la conclusión que era la clase de mujer que no nació
para ser amada y que mi fin en este mundo era servir para satisfacer los deseos
de aquellos hombres sin corazón a los que no les importa los sentimientos ni
mucho menos sienten algún remordimiento por engañar el corazón de una mujer.
___ ¿Cuál
es el motivo de tu risa?___ pregunto.
A lo que
rápidamente conteste las apariencias engañan, la supuesta belleza que vez en mí, no es
sinónimo de felicidad.
La velada
transcurrió sin sobresaltos. De vez en cuando notaba una mirada lasciva de su
parte. Sin embargo sus palabras no insinuaban nada.
__Creo que
es hora de irme__ dije, a lo que el asintió.
Camino a
mi apartamento, el cual estaba ubicado en las afueras de la ciudad. Note como aquel hombre disminuía la velocidad, a
tal punto de parecer que fuésemos en un cortejo fúnebre. Al cabo de unos minutos doblo en un callejón
oscuro y solitario. Detuvo su flamante
auto. Saco la chequera de su bolsillo y
me pregunto cuanto quería por pasar la
noche con él. Al oír sus palabras me llene de ira. Acaso tengo cara de puta.
Empecé a gritarle toda clase de improperios y amenazas. Le dije que lo acusaría de violación si no me
llevaba en el acto a mi casa. También le
decía que lo demandaría por acoso. Para
mi sorpresa aquel magnate de piel oscura solo se limitó a escucharme,
con una mirada tranquila, no parecía importarle y mucho menos afectarle todas
las barbaridades que salían de mi boca. Se
acercó suavemente y susurrándome al oído dijo: solo di la cantidad,
entonces puso la chequera en mis manos y dándome su elegante pluma bañada en
oro la cual tenía su apellido grabado en ella.
__Apresúrate,
no tengo toda la noche__ dijo.
En ese
momento pasaron toda clase de pensamientos por mi cabeza. Necesitaba dinero. Vivía
en un viejo apartamento, sin aire acondicionado; haciendo que el verano
fuera un infierno. Mi auto era del 85, se movía de milagro. Tenía la deuda universitaria. Ya que tuve que estudiar con préstamos. Mis padres dependían de mí ya qué eran mayores y
nunca tuvieron empleos fijos en su juventud. Sabía que si accedía me
convertiría en una prostituta. Aunque también pensaba que en esta vida nadie es
santo. Todas las mujeres tienen algo de
zorra y todos los hombres son perros, así que deje el falso pudor a un lado y
acepte.
En menos de cinco minutos me encontraba de pie
junto a la ventana de su pent-house
frente al mar. Tenía un gusto exquisito. Había pinturas en todas las paredes.
Se notaba que la decoración era ambientada en Marruecos su país natal. Su
padre es marroquí y su madre egipcia. Su familia es dueña de la
mitad de marruecos tienen inversiones por todo el mundo. Siendo Panamá el punto
de expansión hacia América Latina.
__Ven
conmigo__ dijo Robert. Ese era su nombre. Caminando hacia la piscina que estaba ubicada en la terraza
se detuvo al borde y empezó a desvestirse.
__Mira lo
hermosa que esta la noche__ dijo.
__¿Será
que la Luna es nuestra cómplice ?__
pregunto pícaramente.
__Si es
muy hermosa tu apartamento tiene una espectacular vista. Desde el mío solo
alcanzo a ver las paredes de algunos edificios que deben estar a punto de
caer__ dije.
Mientras
le hablaba de mi triste vivienda el continuaba desvistiéndose. Oh por Dios nunca había visto de cerca de un
hombre con tal físico, semejantes proporciones. Mi ex novio era alto, pero nada
que ver con Robert. La forma en que la
luz de la luna se reflejaba sobre este exquisito semental de ébano me hacía
temblar, haciendo que la emoción y a la vez temor se apoderara de mí. Y todavía no había visto nada, el guapo titán
negro bajo sus pantalones junto a su ropa interior, dejando ver para mi dicha y
tortura un gran y carnoso miembro sentí que me desmayaba. Pensé en huir de aquel sitio. Jamás había tenido sexo con alguien tan dotado y
menos un mandingo.
__Te
quedaras allí congelada toda la noche o vendrás aquí __dijo Robert lanzándose
al agua.
Ver su
cuerpo mojado me hacía recordar el chocolate líquido que tanto me gusta sobre
el helado, galletas o con la leche. Seguía totalmente sumergida en mis
pensamientos, solo observando aquella imagen, pero sabía que debía despertar y
asumir mi deber. Empecé a desvestirme, estaba tan nerviosa que no pude
desabrochar mi sostén así que me lo quite como si fuera una camiseta. Baje mi
falda quedando vestida solo con una pequeña panti de encaje rojo, entonces
camine hacia el borde de la piscina y antes que pudiese sumergirme Robert me
ordeno que me quitara la panti para que no se
mojara. Así lo hice, en ese momento me sentí tan desprotegida. No tenía el control de la situación cosa que
odiaba. Podía ver cómo me miraba sin el
más mínimo recato, llego al punto de saborearse mientras extendía su mano para
que descendiera rápido al agua.
Dentro del
agua el procedió acercarse lentamente. Me sujeto la cintura apretándome fuerte. Pensé me
desmallaría, mi corazón golpeaba el
pecho con fuerza. Era como si mil
caballos galoparan dentro. Robert inclino su cabeza y lentamente acerco su boca
a la mía, separo mis labios con su lengua y la metió en mi boca, sus besos eran
calientes y podía sentir el sabor del vino en su boca, que besos más jugosos me
daba. Ohh que delicia el solo
recordarlo.
__Te voy a
dar la cogida de tu vida__ dijo en tono
de voz bajo y ese acento enloquecedor.
Cuando lo
escuche pude sentir como mis jugos vaginales se desbordaban. La excitación en mi crecía al punto máximo. No
resistía más gemía y me estremecía entre sus brazos. Continuo besándome,
bajo a mi cuello, de momento metió su lengua en mi oído aleluya, que momento.
Sentía que ya no era yo, él estaba a
punto de sacar todo lo perverso que
llevaba dentro. Bajo aún más hasta
centrarse en mis senos. Mientras los
miraba pregunto si eran implantes a lo que orgullosa conteste que no, al oír esto su mirada cambio, vi como
sus ojos se tornaban rojos de lujuria. Comenzó a mordisquearlos y a chupar mis
pezones con tal frenesí que me hizo gritar. Mis
gemidos y gritos se escuchaban a gran distancia eso hacía que el
intensificara más sus caricias. Me
levanto con fuerza y me sentó en el borde de la piscina. Abrió mis piernas dejando mi vagina totalmente al
descubierto. Me ordeno que mantuviera mi
cuerpo semi sentado. Él quería que
pudiera observar cómo me daba sexo oral. Las caricias continuaron. Su lengua se posó en mi clítoris. No dejaba de moverlo de un lado a otro, lo
succionaba suave pero firmemente. Que
delirio aquel, pensé que perdería el conocimiento, ya no podía ver con
claridad, lo que aquel hombre de chocolate me hacía. Borrosamente lograba ver su lengua entrar y salir de mi
vagina, como sus labios apretaban y sus dientes mordisqueaban mis carnosos
labios mayores.
__Ya no
aguanto__
__Pide
que lo meta__
__Hazlo__
Pude balbucear casi sin aire.
__Haz
que__ Pregunto Robert intensificando aún más sus ricas chupeteadas-
__Mételo, cógeme ya__
__
¿segura?__
__SI, SI,
SI__
Me agarro
por las caderas llevándome otra vez dentro del agua. Tenía su pene erecto, duro como roble. Me sujeto por la nuca enredando mi cabello en su
mano con la otra apretó su cuerpo contra el mío y con un movimiento algo
brusco pero delicioso penetro mi ser. Yo
estaba tan lubricada, que ese enorme pene, entro sin dificultad. El solo
imaginar su tamaño, y aspecto hizo que empezara a gemir con más intensidad.
Lo apreté contra mí con tal deseo que
sus movimientos se vieron limitados por un momento. Entonces agarro mis brazos
los llevo a mi espalda y continúo su desaforado ataque.
__¿Esto
querías, perra?__
__Si, Si,
cógeme así. Dame duro no te detengas__ escucharlo decirme perra termino de
transformarme. Perdí cualquier pudor o vergüenza.
Minutos
después empecé a sentir como una corriente de calor recorría todo mi cuerpo. Estaba a punto de correrme. Mi vagina empezó a palpitar, mi respiración se
entrecortaba, mi piel ardía de pura pasión, Robert supo que estaba a punto de
alcanzar el clímax. Entonces metió un
dedo dentro de mi culo, cuando sentí aquella presión en un lugar jamás explorado, mi cuerpo empezó a
estremecerse, no podía contenerme. Movía
su dedo suavemente al mis tiempo que continuaba metiendo y sacando
aquella verga dura y firme. En segundos
mi cuerpo estalló mis gemidos casi rompen sus oídos. Parecía una perra en celo. La verdad yo era una maldita puta deseosa de que
me rompieran el culo. Me deje correr.
Que placer aquel, había tenido orgasmos
pero jamás algo tan intenso y sobrenatural como eso. Cuando el vio que me corría apretó mis caderas con fuerza hacia su pene
propinándome un brutal azote, lanzo un leve quejido mientras disfrutaba el
orgasmo. Sorpresivamente mi nuevo amante salió de la piscina sin decir
nada. Camino a su dormitorio. Su actitud me confundió, no sabía si ir tras de
él o esperarlo. Permanecí impaciente
mirando hacia sus aposentos por unos cuantos minutos que para mí fueron horas.
Entonces vi cómo se acercaba a la puerta de vidrio que
separaba su recamara del balcón, entreabrió y me dijo que si pensaba dormir
dentro del agua. Apenada salí lo más
rápido que pude del agua y tome mis ropas, el tomo asiento en un hermoso sillón
blanco que frente a la cama. Sacó un habano de una caja color cobre, que tenía
sobre la mesa blanca que acompañaba su sillón. Mientras me vestía el observaba todos mis movimientos
y aspiraba su finísimo tabaco. Cuando termine de vestirme, Robert saco de su
bolsillo, la chequera volvió a tomar bolígrafo exquisitamente tallado con su
nombre colocándolo sobre la mesa.
__Escribe la cantidad que desees __ dijo con un tono de voz
prepotente y despreocupado